Revista Cultural Piedra de Agua N° 24

Varios Autores

Tras la interrupción de dos años que por diversos motivos la revista dejó de circular,-el número anterior salió en diciembre del 2018-, Piedra de agua propicia nuevamente el encuentro entre el agua y la piedra conectando las culturas de las tierras altas, los valles y las tierras bajas, a fin de proseguir su andar por la vastedad geográfica y humana de un país rico, diverso y pluricultural. Existe una ruta que marca el recorrido del presente número, así como el agua va dejando su huella indeleble con el pasar de los años encima de los pedruscos; esa ruta es la de las semblanzas como mecanismo de memoria. La primera parte de la revista enfoca su mirada en elaborar una semblanza de mujeres y de hombres cuya obra se convierte en un legado en las transformaciones democráticas, artísticas y culturales que construyen el imaginario de nuestro país. Las semblanzas proyectadas para este número se enfocan en la historia de vida desde los espacios de lucha sindical, comunitaria y campesina, así como la difusión de las artes plásticas y las teorías descolonizadoras que tienen los Andes como espacio vital y ontológico de expansión. Piedra de agua rinde su homenaje a cuatro personalidades que, desde los diferentes espacios que les tocó habitar, ejercieron atracción e influencia sobre un vasto universo de espíritus sensibles a seguir su ejemplo. Se comienza con la semblanza de Edgar Huracán Ramírez, un histórico dirigente sindical minero que con lucidez y una ética inquebrantable participó en algunos de los acontecimientos históricos y políticos más relevantes de nuestra historia contemporánea y que tuvo, además, la alta sensibilidad e inteligencia de rescatar, de una previsible y lamentable destrucción, la colección de documentos de la COMIBOL (Corporación Minera de Bolivia), para luego organizarlos con solvencia y profesionalismo en un archivo ejemplar y único en su clase. Otro homenajeado es el destacado artista Gil Imaná Garrón, creador de una vasta y original obra pictórica. Sin embargo, como afirma Verónica Córdova en un texto sobre su obra: “El amor entre Gil Imaná e Inés Córdova es ya leyenda, es imposible escribir sobre uno sin mencionar al otro. No pueden separarse ni en los homenajes póstumos.” Así lo demuestra ella misma en el El amor y la belleza, y también Karin Schulze Benavides quien, desde el MNA (Museo Nacional de Arte), dedica atractivas y potentes líneas en torno de la obra artística de los esposos Córdova-Imaná. A su vez, Wilmer Machaca le dedica un espacio al activista e historiador aymara Felipe Quispe “el Mallku”. Quispe, de presencia fuerte, fue un personaje ineludible en los hechos históricos contemporáneos. Siguiendo en esta línea, Minerva Coronel elabora una semblanza del Inka Waskar Chukiwanka, un intelectual indígena que hizo de la descolonización tanto una teoría como una práctica, además de que fue esa su bandera de lucha. Ambos, desde sus campos específicos, aportaron a visibilizar y proyectar la riqueza de los pueblos aymaras en el conjunto de la sociedad boliviana y más allá de las fronteras territoriales. La segunda parte de la revista está dedicada a la publicación de diversos textos, todos enmarcados en diferentes intereses y temáticas, que abordan la investigación histórica, un paseo por diferentes exposiciones de arte, experiencias de inventariación de fondos patrimoniales, artes y propuestas literarias. Se sabe que el nueve es el número más utilizado en los grandes centros comerciales del mercado global para atraer a potenciales compradores. En los mercados bolivianos, rebosantes de gente, colores, aromas e idiomas, las medidas rebasan el Sistema Internacional de Unidades y se desplazan a nuevos registros: una cuartilla de papa, un montoncito de locoto (con quirquiña de yapa), media docena de naranjas, o acaso -no es improbable- con dos docenitas de números de una revista. Sean bienvenidos a este número 24 de Piedra de agua que inicia el volumen 9 de nuestra publicación. ...Ver mas